Leyenda del lago de Sanabria
Una de las leyendas más famosas, quizás por ser premonitoria
de la catástrofe ocurrida en Ribadelago, es la que narra el origen del Lago.
Cuentan que un buen día llegó a la aldea de Villaverde de Lucerna un peregrino
pidiendo limosna, y al que nadie le atendió, salvo unas mujeres que estaban
cociendo pan en el horno de este pueblo. Éstas se apiadaron de él, y le dejaron
entrar en la sala del horno para que pudiera guarecerse del intenso frío y
saciar su hambre con algo más de masa que pusieron en el horno. La masa que
introdujeron en el horno creció tanto que finalmente el pan se salió del horno
y, las mujeres, sorprendidas ante este hecho, escucharon de boca del peregrino,
que resultó ser Jesucristo, el castigo que iba a implantar al pueblo ante su
falta de caridad: inundaría la aldea, por lo que debían de huir de sus casas
para refugiarse en el monte. Seguidamente el hombre clavó su bastón en el suelo
diciendo:
"Aquí clavo mi bastón
aquí salga un gargallón
aquí cavo mi ferrete
que salga un gargallete."
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